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BIOGRAFÍA

Basilio Martín Patino

Basilio Martín Patino (Lumbrales, Salamanca, 29 octubre 1930 – Madrid, 13 agosto 2017), quinto de seis hermanos, nació en el seno de una familia de padres maestros de escuela de corte muy conservador.

La libertad y la felicidad de aquel niño en Lumbrales la recordó siempre Basilio, al tiempo que señaló como punto de partida de su pasión por el juego en el cine la relación con el disfrute de los juegos físicos en el pueblo, en el que vivió los latidos remotos de la guerra civil. En su villa natal asistió por primera vez al cine y a causa de su fascinación trató de montar su propio artilugio cinematográfico: “Me hice director de cine con apenas ocho años, a partir de manipular una bombilla dentro de una caja de zapatos agujereada y un ingenioso mecanismo de carretes giratorios con los que ir envolviendo la tira de papel cebolla en la que había pintado mis candorosos dibujos, que se proyectaban al ser trascendidos por la luz con sus torpes pero deslumbrantes movimientos sincopados, más que suficientes para encender la chispa de la imaginación”, escribió en 2006.

En 1940 la familia se trasladó a Salamanca. Comenzó a cursar el bachillerato en el instituto Fray Luis de León de la capital salmantina, pero, tras morir su padre y su hermano mayor, por las dificultades económicas de la familia Basilio ingresó en el seminario jesuítico de Comillas en 1944, en el que permaneció hasta octubre de 1948. Posteriormente, preparó por libre la convalidación de sus estudios para superar el “examen de estado” previo al ingreso en la Universidad. Estudió Filosofía y Letras –rama de Filología moderna (inglés e italiano)– en la Universidad de Salamanca (1950-1955). Desde su ingreso en la facultad se sumó al cuadro artístico del TEU (Teatro Español Universitario) e intervino en varias obras como actor; la última y más llamativa, Antígona  (Jean Anouilh), en marzo de 1953. Participó también en el coro universitario, intervino en recitales de poesía, redactó guiones radiofónicos, escribió relatos cortos, alguno de ellos premiados en la Universidad.

Fundó y dirigió el Cine-club del SEU de Salamanca –luego Universitario– (1953-1955), en el que se elaboró un cuidado Boletín mensual, y puso en marcha la revista Cinema Universitario (1955), en la que publicó su primer esbozo de guión: “Ensayo de adaptación cinematográfica de La Celestina. Promovió y organizó las I Conversaciones Cinematográficas Nacionales (1955), que reunieron en Salamanca a miembros de los diferentes sectores cinematográficos en sesiones abiertas a debates ideológicos de diferente corte, y donde se marcó la disconformidad con la política cinematográfica, al tiempo que se demandaba un nuevo marco de corte cultural y político frente al inmovilismo, lo que marcó un hito en la España de la dictadura.

Ese mismo año realizó y montó con Luciano G. Egido y Manuel Bermejo el documental Imágenes sobre un retablo, en torno al retablo de Nicolás Florentino en la catedral vieja de Salamanca.

Tras su llegada a Madrid, en el verano de 1955, ejerció tareas de crítico de cine en la revista Juventud y colaboró con textos sobre cine en La Hora. Entre 1955-1960 cursó estudios de cine en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC), en el que realizó como prácticas los cortometrajes El descanso (1957) y El parque (1958). En el último curso escribió el guión y dirigió para su graduación el cortometraje Tarde de domingo (1960), una propuesta innovadora que motivó polémica.

Durante ese periodo de estudiante de cine desarrolló un guión para un cortometraje documental titulado Plaza Mayor [la de Salamanca], con producción de M. Hernández Sanjuán –el presupuesto sería de 82.000 pesetas–, y para lo que se solicitó un patrocinio de 32.500 pesetas al Ayuntamiento de Salamanca, según escrito cursado en julio de 1956, que no fue atendido. Además, anunció que con el mismo productor preparaba otro cortometraje sobre Salamanca, con guión del periodista José de Juanes,  por encargo del Ministerio de Información y Turismo. Tampoco se realizó ese proyecto.

1955

Tras su llegada a Madrid, en el verano de 1955, ejerció tareas de crítico de cine en la revista Juventud y colaboró con textos sobre cine en La Hora. Entre 1955-1960 cursó estudios de cine en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC), en el que realizó como prácticas los cortometrajes El descanso (1957) y El parque (1958). En el último curso escribió el guión y dirigió para su graduación el cortometraje Tarde de domingo (1960), una propuesta innovadora que motivó polémica.

Durante ese periodo de estudiante de cine desarrolló un guión para un cortometraje documental titulado Plaza Mayor [la de Salamanca], con producción de M. Hernández Sanjuán –el presupuesto sería de 82.000 pesetas–, y para lo que se solicitó un patrocinio de 32.500 pesetas al Ayuntamiento de Salamanca, según escrito cursado en julio de 1956, que no fue atendido. Además, anunció que con el mismo productor preparaba otro cortometraje sobre Salamanca, con guión del periodista José de Juanes, por encargo del Ministerio de Información y Turismo. Tampoco se realizó ese proyecto.

1957

En 1957 su guión Amanecida –con acción localizada en el entorno de su pueblo natal de Lumbrales– recibió el primer Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo. En ese periodo el joven aspirante a director elaboró un buen número de guiones, ninguno de los cuales se trasladó al cine. Una etapa en la que Basilio aún alternaba los aspectos cinematográficos con la escritura literaria, especialmente relatos cortos, uno de los cuales, Tres primaveras a la ventana, consiguió el premio Samuel Ross en 1956.

En esa dedicación literaria Basilio escribió su primera obra larga de ficción, la novela La agonía de los luceros (El cincel y la maza), que quedó finalista en el premio Biblioteca Breve Seix Barral en 1961. Fue el propio Carlos Barral quien propuso a Basilio que enviara la obra de ficción al primer Premio Ruedo Ibérico, pero previamente el autor rescribió un texto que consideraba inmaduro y modificó el título inicial por el de C/ Toro, 36, aunque se desconoce la suerte que corrió en el proceso del premio fallado en París. Sólo se dispone de una carta del historiador Manuel Tuñón de Lara, que fue jurado del premio, en la que afirma que “este libro debe ser publicado”, ya que “se trata de una novela muy representativa de un amplio sector de la juventud estudiantil española, con la circunstancia muy bien dibujada”, e intentó que se publicara en Francia o México. Los textos de la dos novelas, supusieron el germen de lo que, posteriormente, fue el guión de Nueve cartas a Berta: los personajes son los mismos y el planteamiento del relato se fundamenta en la base epistolar de las cartas del estudiante salmantino a la joven que conoció en Inglaterra, todo ello adobado con un sentido literario superior al del guión, que también mantuvo ese tono.

En los textos literarios de Martín Patino que se han hallado al revisar los archivos de su legado, así como en la gran cantidad de guiones sin trasladar al cine, se advierte el peso que alcanzó la escritura en la dedicación del cineasta hasta el principio de los años sesenta, despego que quizá llegó tras no conseguir que se publicara su primera novela. No obstante, los guiones de sus películas siempre estuvieron regados por un notable tono literario. Con todo, Basilio siempre se mostró reticente hacia aquella etapa como escritor, de la cual señaló que la cortó de raíz por temor a que obstaculizara su aspiración de realizar películas.

1960

Ya en el campo del cine, en mayo de 1960 dirigió el documental El Noveno, sobre la fiesta tradicional de liberación de la dependencia nobiliaria de la Casa de Alba en la localidad salmantina de San Felices de los Gallegos; la obra, financiada por el propio director y sus amigos Mario Camus, José Luis Borau y Luis Enciso, se estrenó en 1961, tras ser masacrada por la censura. Previamente, con capital aportado por el mismo grupo, en el campo salmantino había filmado el recorrido de varios maletillas o capas, pero el grupo promotor desestimó el material filmado por su falta de interés. Una vez realizado El Noveno, Basilio se colocó ante la moviola y a las imágenes sobre los torerillos incorporó una serie de motivos (recortes de prensa, imágenes diferentes) y, tras un montaje rompedor, estableció el cuerpo del documental Torerillos´61, que se estrenó en 1962, con reconocidos elogios precisamente en función del montaje de la obra. Ambos cortometrajes recibieron premios en festivales como Oberhausen, Bilbao, Acapulco, Londres, Edimburgo, Florencia.

1961

En 1961 Martín Patino regresó al IIEC como “colaborador docente” del profesor de la asignatura de guión Florentino Soria. Durante los dos cursos siguientes, en la que había pasado a denominarse Escuela Oficial de Cine, también ocupó plaza como “auxiliar docente” en la especialidad de dirección. En esa etapa se empleó con dedicación en un trabajo teórico sobre el montaje, con intención de opositar a una cátedra, lo que nunca ocurrió. Una parte amplia de ese trabajo, “Hacia un nuevo concepto del montaje”, se publicó en la revista “Film Ideal”, número 152, en septiembre de 1964.

1962

En 1962 dirigió el cortometraje Imágenes y versos a la Navidad. En esa etapa se afianzó su contacto con la realización de spots publicitarios, que posteriormente ocuparían espacio destacado en su recorrido profesional, al igual que documentales encargados por instituciones y empresas. La realización publicitaria “constituyó para mí una experiencia estupenda y creo que mucho de lo que he aprendido en el cine, e incluso mucho más que en la Escuela, se lo debo al cine publicitario. Es cuando yo me enfrenté con el montaje de verdad, con la dificultad de montar planos y de meter una idea en quince segundos, de la forma más expresiva y más eficaz para el público. Para mí, la experiencia de los spots publicitarios fue una experiencia fabulosa”, señaló en 1966 en una entrevista en Film Ideal.

1965

Durante los meses de abril y mayo filmó en Salamanca Nueve Cartas a Berta, que recibió la Concha de Plata a la mejor ópera prima en el Festival de Cine de San Sebastián de 1966, aunque la película no se estrenó hasta el 27 de febrero de 1967. Con larga y aplaudida permanencia en las salas de estreno, se convirtió en el símbolo de la juventud española y referencia clave en el denominado Nuevo Cine Español. Entre otras, recibió distinciones como Primer Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al guión, Primer Premio de la Federación Nacional de Cine-Clubs, Primer Premio Internacional del CIDALC en el festival de San Sebastián, Premio a la calidad artística del Jurado Nacional de Críticos y Escritores, Mejor Película Española para la revista CineStudio y para Radio Juventud, premios de mejor película por votación popular en los certámenes de Molins del Rey e Irún. Premios en festivales de Buenos Aires y La Habana. Invitada al festival de Pésaro y por el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York.

El guión de Nueve cartas a Berta, según mantuvo su director, había surgido sin mayor problema tras el encargo de un productor; eso ocurrió en 1961, aunque la pieza encargada –sin título– no encontró salida. Pero los archivos han permitido establecer que, en primer lugar, queda patente que Basilio dio salida a través del cine a las novelas que no se publicaron, ya que fueron el germen de la película. También sucedió que la génesis del guión de Nueve cartas a Berta resultó muy trabajada, ya que se han hallado hasta siete tratamientos distintos.

En relación con el guión definitivo, la serie de guiones presentan situaciones diferentes –en algunos casos, sustanciales– de determinadas escenas, que se mantienen o desaparecen, al igual que en varios de ellos también figura un tratamiento distinto de los personajes principales. Incluso el guión de rodaje tampoco se corresponde con el resultado en imágenes de la película, y no sólo como consecuencia del montaje –lo que con el tiempo sabríamos que resultaría consustancial a Martín Patino–, sino en el propio entramado del relato.

El primer tratamiento se tituló Primeras palabras, con diez capítulos. Ese mismo número de capítulos –que empiezan a numerarse–, aunque ya con algunos títulos cambiados, se mantuvieron en La amiga, el segundo tratamiento. Ambos textos se caracterizan por un final bronco y con Lorenzo sumido en total soledad. En el tercer tratamiento, sin título, también son diez los capítulos, aunque sólo se numeran nueve y se cierra con un epílogo: “y sin llegar a escribirse”. A continuación entra en escena el tratamiento –con dos versiones– titulado Once cartas a Berta, con once capítulos. Desde ahí, se pasa a otro par de tratamientos ya con el título de Nueve cartas a Berta, hasta alcanzar el “guión de rodaje”, según se especifica, y que recupera el epílogo “y sin llegar a escribirse” del tercer tratamiento. Como era habitual en Basilio, al no fechar sus textos, se carece de la referencia temporal de ese proceso.

De los títulos de los capítulos en el primer proyecto, sólo se mantienen en la película “el rosario en familia” y “la excursión”. Pero desaparecen algunos tan significativos como “la guerra”, “la posguerra”, “el aire de la paz”, “luceros” y, sobre todo, “ella”, que se utilizó hasta el final. La censura ordenó suprimir los rótulos de la guerra, la posguerra y el aire de la paz. Por otro lado, en el bloque del guión Once cartas a Berta, en primer lugar figura una hoja con la relación de once posibles títulos de la película, ninguno de ellos el que finalmente tuvo. Éste, sin duda, se estableció al tener que limitar a nueve el número de cartas por motivos de metraje.

Es significativo que varios de los proyectos vayan firmados por Basilio Martín Patino y Carmen Pascual Rodríguez, su esposa, que en algún otro caso aparece como “colaboradora”, una colaboración que fue efectiva en apoyo y criterio sobre los textos elaborados por el director, como ha señalado sobre su hermana el académico José Antonio Pascual.

1968

En marzo el realizador recreó en Sevilla la obra cervantina Rinconete y Cortadillo por encargo de TVE, dentro de la serie para la segunda cadena “Cuentos y leyendas de la literatura española”. Por orden del Ministerio de Información y Turismo de Manuel Fraga dos días antes de terminar se interrumpió el rodaje, se requisó la película y se hizo desaparecer el material filmado, que nunca ha sido hallado en los archivos oficiales. El equipo calificó la situación como “un atentado de lesa cultura” y “represión cultural”.

En ese año también realizó con el pseudónimo M. Pascual, junto con José Luis García Sánchez, el documental Paseo por los letreros de Madrid.

En ese momento, Martín Patino barajaba llevar al cine el guión Una vez, una zorra, que había preparado con el autor del relato Solo de moto en que se basaba, el escritor Daniel Sueiro –que sería un colaborador permanente en otros guiones–, y José Luis García Sánchez. El proyecto quedó colgado por problemas de financiación.

1969

Dirigió su segundo largometraje de ficción, Del amor y otras soledades, que concurrió a la sección oficial de la Mostra de Venecia, donde se recibió con ovaciones, pero en España la película originó un encendido debate centrado en torno al divorcio a raíz de la situación del matrimonio protagonista. La censura, especialmente la empresarial, dispuso cuarenta y dos cortes en la obra.

Como consecuencia de los problemas generados por su segundo largometraje, tanto por la censura oficial como la empresarial, el realizador decidió prescindir de los circuitos habituales de producción y organizar sus proyectos desde posiciones de independencia. Continuó su dedicación a encargos documentales y mantuvo su atención a los spots publicitarios.

1970

En los bajos de su casa madrileña Martín Patino, asociado como productor con Julio Pérez-Tabernero, reunió a un escueto grupo de colaboradores que trabajó libremente y sin sumisión a la industria para lo que se señaló como un montaje de materiales documentales, según el cartón de rodaje solicitado oficialmente. Meses después, la obra resultante, Canciones para después de una guerra, se presentó a censura, que exigió una serie de cortes antes de aprobarla. Se concedió la condición de “interés especial” a la obra. Pero, tras recibir ataques implacables desde la ultraderecha del régimen, de la mano de Carrero Blanco se ordenó la prohibición de la película, incluso su destrucción, aunque la copia logró salvarse mediante situaciones de clandestinidad e ingenio. Cuando fue invitada a la International Film Exposition of Hollywood, el Gobierno respondió que ese film nunca había existido. No se autorizó su proyección hasta agosto de 1976, y en septiembre se estrenó con enorme éxito de público: fue la película más esperada de la transición política. El film se ha proyectado en el Centro de Arte Reina Sofía como motivo complementario del cuadro Guernika, de Pablo Picasso.

1973

A consecuencia del ataque del régimen dictatorial a su película anterior, Basilio M. Patino rompió con las normas oficiales y afrontó desde la clandestinidad la realización de Queridísimos verdugos, con el apoyo documental y literario de Daniel Sueiro. Una obra estremecedora con los tres últimos verdugos en torno a la “administración de justicia” mediante el garrote vil, pero que se organizó como una denuncia de la brutalidad y la hipocresía del régimen por ese sistema de aplicar justicia. Basilio aseguró que esa película es la que, entre todas las suyas, cuenta “con una geometría interior más perfecta”, en la que el montaje logró una perfecta armonización entre imagen, palabra y música. El film no pudo estrenarse hasta abril de 1977. Recibió premios en festivales como los de Taormina y Prato. En 2006, el realizador añadió un nuevo elemento documental sobre la película con A la sombra de La Alhambra, en torno a Inés, la hija del verdugo de Granada, mujer que había descubierto la dedicación de su padre a través de la película de Martín Patino.

1974

Con la película Caudillo el realizador dejó otra nueva muestra de su maestría en el montaje de materiales cinematográficos en torno a la figura de Franco, materiales que, al no poder acceder a archivos oficiales por actuar desde la clandestinidad, en amplio porcentaje eran inéditos al proceder de archivos extranjeros. En su estructura compleja, se contraponen las imágenes de los dos bandos en guerra. Al morir el dictador, Martín Patino trabajaba en una segunda parte de la película, que abandonó al entender que ya no tenía sentido continuar su trabajo. Se estrenó en octubre de 1977, tras una intensa peripecia censora y en medio de algaradas propiciadas por sectores franquistas. Recibió distinciones en festivales de Berlín –en el que se estrenó–, Londres, Karlovy Vary.

En el otoño de 1974 el realizador comenzó a preparar una nueva película, con guión basado en el libro “La crisis”, de Joaquín Bardavío, sobre el atentado de ETA contra Carrero Blanco. El film –de tono documental, se indicó entonces— ensamblaría celuloide filmado a lo largo del tiempo junto a imágenes rodadas en el momento de la producción. Después, el director indicó que dejaba el proyecto por creer que “la figura de Carrero y los sucesos posteriores a su muerte han pasado a segundo plano”.
A finales de 1975, Basilio M. Patino volvió a trabajar en otro proyecto frustrado, en este caso sobre Federico García Lorca, titulado Nunca vi Granada. En el guión también estuvieron involucrados Daniel Sueiro y, posteriormente, Francisco Umbral y Jorge Semprún. La coproducción con Italia imponía a Jean María Volonté para interpretar al poeta, pero Martín Patino se negó a que García Lorca figurara incorporado por un actor, a modo de gran ausente.

1980

Con una amplia etapa de dedicación preferente a encargos comerciales, Basilio M. Patino –que había rechazado algunas propuestas para regresar al entramado del cine comercial–, comenzó a ensayar las posibilidades creativas que ofrecía el vídeo, conjuntamente con José Luis García Sánchez (Salamanca, 1941), su mano derecha desde el comienzo de la etapa clandestina. Martín Patino está considerado como el primer explorador de las posibilidades y recursos creativos que ofrecía el vídeo en aquel momento.

Como vía para articular sus trabajos audiovisuales, Basilio Martín Patino estableció la productora La Linterna Mágica (1982), junto con su hijo Pablo Martín Pascual y José Luis García Sánchez. La primera muestra de ese avance en el campo electromagnético se plasmó en la novedosa serie de audiovisuales Retablo de la guerra civil española (1980), 21 piezas (128 m) que figuraron en el contexto de la exposición sobre la guerra civil española organizada por el Ministerio de Cultura en el espacio de El Retiro madrileño.

1981-1984

Las nuevas posibilidades creativas y expresivas que abría el vídeo permitieron que Basilio M. Patino, siempre con José Luis García Sánchez, explorara ese nuevo territorio audiovisual en torno a la televisión, e incluso se dispuso un taller sobre vídeo en el Círculo de Bellas Artes, lo que se plasmó en una serie de propuestas pioneras en aquel momento y que trasladaron el afán de afrontar el desafío de nuevas formas de expresión desde nuevos soportes. Sus planteamientos teóricos los reflejó en el artículo “Dos o tres cosas que me interesan un poco del vídeo” (1983).

  •  Hombre y ciudad. Una aproximación al urbanismo (1980), un encargo del Ministerio de Obras Públicas, en el que bajo el sello institucional, no faltó la voluntad creativa y estética.
  •  El nacimiento de un nuevo mundo (1982), vídeo promocional para la Comisión Nacional para la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América y Expo Sevilla 92.
  • Inquisición y libertad (1983), con el subtítulo de Reflexiones en torno a una exposición sobre el Santo Oficio en España, fue la primera obra audiovisual producida por La Linterna Mágica. Producida para el Ministerio de Cultura figuró como apoyo audiovisual de la exposición en torno al Santo Oficio.
  • El horizonte ibérico (1983), audiovisual, con Elbia Álvarez, para la exposición Arte Ibérico en el Museo Arqueológico Nacional.
  • Televisión clandestina. En el otoño de 1983, Martín Patino, junto con su hijo Pablo Martín Pascual, –que a partir de ese momento entra en escena–, José Luis García Sánchez y un grupo de colaboradores desarrollaron una experiencia de televisión comunal, El Buho, en el municipio toledano de Ventas con Peña Aguilera. Se trató de una experiencia de cinco semanas de imágenes libres frente a la insistente oposición de la autoridad gubernativa, aunque la experiencia aportó elementos prácticos al grupo. El resultado de un proyecto de ese mismo tono no fue tan positivo con motivo de las fiestas tradicionales del Carnaval de Ciudad Rodrigo (Salamanca).
  • La Nueva Ilustración Española (1984), codirigida con García Sánchez, fue un proyecto de edición de la primera revista videográfica periódica para venta en quioscos y por suscripción a través de Videoteca SA. Únicamente aparecieron los números 0 y 1, integrados por una serie de reportajes sobre aspectos diversos, en ocasiones polémicos, de actualidad.
  • El cochecito leré y Libertad, ¿para qué? (1985), producción del equipo encabezado por el realizador para la Asociación pro Derechos Humanos en torno a la situación de los niños desde su nacimiento, y situación de presos en las cárceles.
  • Introducción al Museo del Prado (1985), con planteamiento documental, sus 46 m. supusieron una mirada serena sobre el las obras del Museo. Encargo del Ministerio de Cultura.

En los archivos del cineasta, que actualmente conforman su legado depositado en Filmoteca Española, se han hallado gran número de guiones que no llegaron a filmarse, pero que aparte de mostrar la intensa dedicación del realizador para disponer nuevas propuestas, también reflejan el gusto literario que siempre ofrecieron las obras de Martín Patino, su buena disposición para la escritura. Algunas de esas propuestas fueron:

  • Episodios Nacionales (1982), de Benito Pérez Galdós, representó una ambiciosa aspiración planteada por Basilio y José Luis García Sánchez para ser abarcada por el conjunto de la industria del cine español en torno a una gran serie en TVE sobre la gran obra del escritor. La propuesta, claramente analizada en el proyecto que presentaron los dos cineastas salmantinos, quedó sin respuesta, a pesar de involucrar a directores, actores, técnicos y productores.
  • Crónica sentimental de España (1983) fue otro proyecto que no cuajó, a pesar de que en octubre de 1983 se firmó en documento oficial el contrato de rodaje entre TVE y Basilio Martín Patino para la filmación de una serie con la referencia de las crónicas publicadas en la revista Triunfo, en 1969, por Manuel Vázquez Montalván, cuyos derechos fueron adquiridos por La Linterna Mágica. Basilio y J. L. García Sánchez concretaron después que la aspiración era “revivir determinados segmentos de nuestra realidad cercana”, sin que los textos de Vázquez Montalván fueran el eje único de la serie, lo que no agradó a los dirigentes de TVE.
  • La linterna mágica española (De la imagen de España y de los españoles según su cine) fue otro proyecto de serie televisiva muy trabajado por Basilio, como reflejan los esbozos de los capítulos que configurarían esa obra.

1985

Tras la intensa etapa centrada en la exploración del campo creativo y estético que abría el soporte videográfico, una vez superada esa tarea investigadora y escudriñadora, Los paraísos perdidos fue la primera producción de envergadura de La Linterna Mágica, que representó el regreso a la ficción, articulada en torno a la situación y entorno que vive a su regreso al país la Berta de la primera película del director, con el hilo conductor de textos de Friedrich Hölderlin, en escenarios de Toro, Zamora, Ávila y Salamanca. Concurrió a la sección oficial de la Mostra de Venecia, con buena acogida.

1986

Basilio Martín Patino figura entre los firmantes del acta fundacional de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, el día 8 de enero de 1986.

1987

En la película Madrid el realizador volvió a emplear materiales de archivo como recurso que utiliza el protagonista alemán que elabora un trabajo cinematográfico en torno a la personalidad de la ciudad de Madrid y sus habitantes, para el que simultáneamente filma imágenes sobre la actualidad madrileña, lo que conduce a una serie de estados y análisis en torno a la imagen y su representación, así como la trasgresión a determinadas normas habituales en el cine. Recibió el Gran Premio Internacional de Cine de Autor de Bérgamo, y el mismo galardón en los Festivales Internacionales de Troia (Portugal), Viena y San Remo (Italia), además de participar en los festivales de Barcelona, Viena y Estambul.

1988

En esta etapa y durante el periodo de recuperación del accidente de tráfico sufrido en Setúbal (Portugal) al acudir a recoger el premio a Madrid en el festival de Troia, Martín Patino trabajó en la recopilación de material en torno a los denominados “sucesos de Salamanca” en abril de 1937 durante la guerra civil, que motivaron el Decreto de Unificación de Falange Española y Comunión Tradicionalista. Se conservan notas manuscritas del cineasta y el acopio de documentos sobre aquella situación, investigación que no cuajó en una obra cinematográfica.

En esa misma época, Basilio Martín Patino preparó la serie 7 apócrifos sobre personas y situaciones heterodoxas que, le había encargado Pilar Miró para TVE, pero la salida de ésta de la dirección impidió que se realizara: “Cuando la serie estaba apalabrada me dijeron que no había dinero”, señaló el director en 1990. Sólo más tarde se salvó la síntesis de dos de esos capítulos que se concretaron en el guión de La seducción del caos. Uno de los tratamientos de la serie, con el título Madame Arthur. La rebelión del sexo, trataba sobre el célebre transformista (1923 – 1999), a quien conoció de niño en Lumbrales como Modesto Mangas, al que luego reencontró en Salamanca y con quien volvió a recordar tiempos infantiles al acudir en Barcelona a uno de sus espectáculos en El Paralelo. En tono de cabaret, situó al transformista retirado en una abadía benedictina, a la que llegaban de visita sus amistades y convertían el convento en sede de una orgía.

1991

Con La seducción del caos Martín Patino volvió a transitar por el camino de la trasgresión del convencionalismo narrativo, proceso favorecido por tratarse de un largometraje para televisión. Obra compleja en lo argumental y en la estructura narrativa, en ella encara desde la intriga una reflexión crítica sobre aspectos expresivos en el ámbito televisivo, las falsificaciones y simulaciones en el manejo de esas situaciones. La obra recibió el premio FIPA de Oro al mejor programa unitario de ficción en el Festival Internacional de Producciones Audiovisuales de Cannes, y sólo entonces TVE la programó para su emisión en febrero de 1992.

La Filmoteca de Castilla y León, al comenzar sus actividades en noviembre de 1991, arrancó con un ciclo dedicado a la obra de Martín Patino. (Posteriormente, en noviembre de 2002, volvió a dedicar otro ciclo a las películas del realizador salmantino).

– Borrachos como dioses / Razón de la melancolía fueron dos proyectos tampoco realizados, a pesar de que el segundo (en 1992) incluso contó con financiación dispuesta, asignación de subvención oficial, contratación de actores –la actriz Ana Gracia hubiera sido la protagonista– y plan de rodaje establecido. Por el contrario, Borrachos como dioses (1990), que Basilio calificó de planteamiento “atrevido”, fue rechazado al concurrir a la protección oficial. Entre los dos guiones hay una interrelación de situaciones y personajes. Algunos elementos se incorporaron posteriormente al guión de Octavia.

1993

La búsqueda de posibilidades expresivas aparecieron de nuevo en el retablo electrónico dispuesto para la exposición Las Edades del Hombre en la catedral vieja de Salamanca, proyecto compartido en su diseño con Pablo Martín Pascual, autor de la investigación y montaje del holoscopio. La instalación combinaba el vídeo, el láser y la holografía en una especie de secuencia dinámica, a través de un tablero electrónico con 36 monitores a modo de retablo moderno colocado frente al retablo medieval de Nicolás Florentino, de modo que en éste se introducían imágenes modernas como contrapunto de formas de ver la realidad.

1994-1996

Las siete piezas que se acogen bajo el paraguas de Andalucía, un siglo de fascinación responden a una serie televisiva encargada por Canal Sur. De nuevo, el director volvió a entrar en el terreno de la falsedad y la simulación, la reconstrucción y lo verdadero, también complejas en sus planteamientos, piezas que son autónomas unas de otras. Se emitieron en la televisión andaluza en 1998, seguidas de un coloquio de análisis sobre las películas.

  • Ojos verdes (92´) se centra en la copla.
  • Carmen y la libertad (100´) afronta el mito de Carmen desde una perspectiva moderna.
  • El grito del Sur. Casas Viejas (61´) encara la rebelión anarquista en la localidad andaluza en 1933.
  • El jardín de los poetas (70´) penetra en el ámbito de la Generación del 27 y su aportación poética.
  • Desde lo más hondo. Silverio I (68´) y El Museo japonés II (72´) se desliza por el campo del flamenco.
  • Paraísos (80´) se introduce en el río de utopías colectivistas.

De esas obras, quizá la más analizada haya sido El grito del Sur. Casas Viejas, que se ha exhibido con frecuencia en diferentes países y foros, como la muestra Face a l´historie, en el Centro Georges Pompidou de París.

El 21 de septiembre de 1996 Basilio Martín Patino recibió la Medalla de Oro de la ciudad de Salamanca, concedida por acuerdo unánime de los grupos políticos del Ayuntamiento de la ciudad.
En diciembre de 1996, Basilio M. Patino recibió el Premio a la Creación Audiovisual otorgado por la Comunidad de Madrid, galardón que reconoció su destacada aportación como cineasta.
Posteriormente, en marzo de 2000, recibió el Premio Salmantino del Año en el campo de la cultura otorgado por la institución cultural Alfonso X el Sabio de Salamanca.

La Filmoteca de la Generalitat Valenciana editó el libro Basilio Martín Patino. Un soplo de libertad (1998), del que fue autor Adolfo Bellido y otros colaboradores, coincidiendo con la celebración del festival de Cine Jove del Mediterráneo, que dedicó un ciclo retrospectivo a la obra del cineasta.

1999

En instalaciones de la Filmoteca de Castilla y León en su sede de la Casa de las Viejas de Salamanca se abrió la exposición permanente Artilugios para fascinar, que reúne la colección de Basilio Martín Patino compuesta por más de dos centenares de aparatos y más de mil imágenes en diferentes soportes de la época del pre-cine y del comienzo de la andadura del cine. Los criterios de la propuesta son: el placer de la contemplación, el interés de la investigación y las posibilidades didácticas. Se publicó el libro Artilugios para fascinar. Colección Basilio Martín Patino, de Francisco Javier Frutos Esteban, que analiza los elementos depositados por el director salmantino.
En la XI edición del festival de Los Estados Generales del Cine, en la localidad francesa de Lussas, se proyectaron y analizaron películas de Basilio M. Patino dentro del ciclo “Filmes al salir de una dictadura”.

2002

Aunque reacio a regresar al relato cinematográfico, finalmente Martín Patino introdujo una nueva vuelta en un antiguo guión y, en coproducción con el Consorcio Salamanca 2002, realizó Octavia, filmada en Salamanca y puntos de la provincia en otoño de 2001. De nuevo, una obra compleja en torno al eje de Rodrigo Maldonado, que regresa a la ciudad, donde se reencuentra con su pasado, en una familia prestigiosa venida a menos y con problemas latentes de marginalidad en su seno. La que fue la última película de ficción del realizador concurrió al Festival de Cine de San Sebastián, con buenas críticas, y se estrenó en Salamanca el 1 de octubre de 2002. Se le otorgó el premio a la mejor película en el Tiburon International Film Festival 2003, y también participó en festivales de Londres, Roma, Estados Unidos, Canadá y países de Iberoamérica.

La Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) de 2002 dedicó el “ciclo de autor” a la obra del director salmantino y le concedió la Espiga de Oro por su dedicación cinematográfica. La Seminci editó el libro de Juan Antonio Pérez Millán La memoria de los sentimientos. Basilio Martín Patino y su obra audiovisual.

2003

El día 15 de febrero de 2003 Basilio Martín Patino leyó el manifiesto contra la posición del Gobierno de José María Aznar alineado con Estados Unidos en la guerra de Irak, en la plaza de la Constitución de Salamanca, ante una concentración de ciudadanos que los organizadores estimaron en 40.000 personas y la policía municipal en 12.000.

En esa etapa Martín Patino coordinó un grupo de alumnos de la Universidad de Santiago de Compostela, en lo que él denominó como “una especie de taller” que “fue una cosa bonita”, para elaborar una película que señaló que se basó “en un grupo musical de protesta que estaba muy enlazado con el mundo de la peregrinación en Compostela, y entonces me valí yo para, a través de ese grupo, dar un poco la vida de una ciudad de peregrinaciones”. Al final de la semana del curso, se volvió a Madrid “y ahí acabó el asunto”. La película filmada se tituló Kompostela, Kapital Bravú.

2004

El audiovisual Homenaje a Madrid (24´) figuró integrado en la exposición La seducción del caos. Documento y ficción en la obra de Basilio Martín Patino, con Salvador Albiñana como comisario y organizada por PHotoEspaña en el Centro Conde Duque de Madrid. La pieza, en torno al dolorido sentir del atentado del 11-M en Madrid, introdujo imágenes del pasado madrileño para engarzarlas con las referidas al atentado en los trenes en marzo de 2004.

Corredores de fondo, pieza encargada para el pabellón de España en la IX Bienal de Arquitectura de Venecia, en 2004, desplegó imágenes referidas a la obra de destacados arquitectos españoles: Josep Lluis Sert, Alejandro de la Sota, Francisco Sáinz de Oiza, Josep María Sostres y José Antonio Cordech.

En enero de 2004 salió al mercado la edición en DVD de las películas del realizador, a través del sello Suevia Films.

El I Festival Internacional de Documentales, Documenta Madrid 2004 (7-16 de mayo), dedicó su sección “homenaje nacional” a Martín Patino, con la proyección de sus películas en el Centro Cultural de la Villa.

2005

En la tarde-noche del día 25 de agosto, Martín Patino rodó en la Plaza Mayor de Salamanca la gran pantalla colocada ante la fachada del Ayuntamiento con la proyección de la película Luces de la ciudad, de Charles Chaplin. Se proyectó también la secuencia de Nueve cartas a Berta en la que el viejo profesor llega acompañado a la plaza iluminada. Además, el director filmó la pantalla en blanco “para meter lo que sea”, según indicó en aquel momento.
En la siguiente jornada, 26 de agosto, Basilio Martín Patino filmó en la sede de la Filmoteca de Castilla y León en el espacio de la Casas de las Viejas que ocupa la exposición Artilugios para fascinar que acoge una selección de los elementos de pre-cine que reunió a lo largo de su vida. Lo que pretendía era incorporar a su relación cine-vida esos elementos. Para él, “en las peliculillas de las linternas mágicas los monstruos –el miedo, la represión– tienen una presencia permanente. Por eso siempre me han interesado en cuanto sistema de expresión del poder represor”.

La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas –a pesar de no pertenecer a la sociedad, aunque fue uno de sus promotores–, entregó el día 7 de noviembre la Medalla de Oro a Basilio Martín Patino, “en reconocimiento a una obra que representa los valores imperecederos de la apuesta por un cine inteligente, complejo, e inmerso en la realidad y evolución de un país”.
Con motivo de la concesión de ese reconocimiento, se proyectó el cortometraje documental El cine en las venas. Basilio Martín patino dirigido por Arantxa Aguirre, que fue su ayudante de dirección en buen número de sus películas.

Fiesta, encargo para el pabellón español de la Exposición Universal de Aichi (Japón), en 2005, en el que la imagen digital permitió al realizador “jugar con las formas” al manipular imágenes sobre diferentes fiestas, como los Sanfermines de Pamplona, el Rocío o los Castellers. Capea fue otra propuesta del director para la Exposición Universal en Japón, pero que no se consideró adecuada para ese espacio representativo de España, por contener imágenes de un festejo de toros. Con un tratamiento de distorsión y coloreado de la imagen, en una nueva experiencia vanguardista, el realizador reelaboró imágenes de su primer documental El Noveno. Se dio a conocer en la sala de arte Adora Calvo, en Salamanca, en el verano de 2014.

El Centre de Création Cinématrographique Péripherie de París, en marzo de 2005, en Les Reencontres du Cinéma Documentaire avec le festival Cinéma du Réel, analizó la obra de “Basilio Martín Patino, aux frontières du documentaire”, y se dedicó a su obra uno de sus Cuadernos. También, la XXVI edición del Festival Beauborg, organizado por el Centro Georges Pompidou de París, dedicó una revisión a la obra cinematográfica del director.

2006

En la exposición Paraísos –comisario, Carlos Martín–, organizada en el Centro José Guerrero, de Granada, Basilio Martín Patino introdujo nuevas vueltas de tuerca en su discurso, a través de yuxtaposiciones, remontajes y otros tratamientos a obras de su recorrido anterior, con lo que pretendía rescribir ese recorrido. Sobresalió la aportación que se tituló A la sombra de la Alhambra, en torno a Inés, la hija del verdugo Bernardo Sánchez, de Granada (Queridísimos Verdugos), que en su día había descubierto la dedicación de su padre a través de la película de Martín Patino.

El Equipo de Investigación de Historia del Cine Español y sus Relaciones con Otras Artes (EIHCEROA) de la Universidad de Sevilla homenajeó al realizador y publicó el libro Andalucía, un siglo de fascinación. Homenaje a Basilio Martín Patino.

Alcances, en su 38ª Muestra Cinematográfica del Atlántico de Cádiz (7 – 16 de septiembre) rindió homenaje a “la larga y fecunda trayectoria profesional” de Basilio Martín Patino y se proyectó una retrospectiva de sus películas.

En su undécima edición el Festival Cinespaña de Toulouse, en septiembre, presentó una retrospectiva sobre la obra del director salmantino, al tiempo que recibió un reconocimiento a su trayectoria. Igualmente, en ese año el Festival Internacional de Cine Mediterráneo de Montpellier, Cinémed, destacó el trabajo del creador cinematográfico. En la 16ª edición del festival de cine español, CineHorizontes, de Marsella, dedicó una sesión de recuerdo a la obra del director salmantino en su edición de 2017.

2007

Palimpsesto salmantino. El día 28 de noviembre de 2007 Basilio Martín Patino recibió la investidura como doctor honoris causa en la Universidad en la que había cursado sus estudios. En su discurso en el paraninfo, el realizador introdujo varias proyecciones que representaban un nuevo tratamiento en torno a obras relacionadas con Salamanca, pieza que encuadró como Palimpsesto salmantino. Especialmente llamativa fue la reescritura referida a Nueve cartas a Berta, donde su final presenta una relectura totalmente diferente a la del film realizado en 1965: los pájaros vuelan fuera, es decir, Lorenzo se va de la ciudad que lo ata.

El festival Cinema Europa de Viareggio (Italia) homenajeó al realizador con el Premio Fellini en atención a su obra cinematográfica, al tiempo que participó en una mesa redonda sobre el cine español antes y después del franquismo organizada por el festival. En esa etapa, también se organizaron retrospectivas de sus películas en París, Bremen, Hamburgo, Roma y Nueva York, entre otros puntos.

2008

Espejos en la niebla. Un ensayo audiovisual, a partir del libro Centenares, de Macu Vicente, representa una nueva incursión de Martín Patino en la búsqueda de la capacidad expresiva de la imagen a través del “juego” del montaje. Con el personaje salmantino de Inés Luna Terrero y la deriva de sus antiguos colonos expulsados de la finca El Cuartón (Traguntía, Salamanca) por su padre en 1901, como foco central, a través de una serie de “celdillas independientes” o “casetas”, organizó un relato en forma de caleidoscopio que aportó materiales sobre el personaje central y el entramado social de una época cargada de motivos inquietantes. Como siempre, el autor dejó espacios para que el espectador enriqueciera sus criterios. Se añadió un espacio documental a través de materiales expuestos en vitrinas. Producida para el Círculo de Bellas Artes de Madrid, la propuesta se trasladó a Salamanca y a Soria en 2009.

El Centro de Arte Reina Sofía, al reorganizar en el mes de mayo la instalación de la obra Guernica, de Pablo Picasso, como complemento de esa obra pictórica reservó un espacio para la proyección de Canciones para después de una guerra, a modo de muestra de lo que se señaló “grito en imágenes que contra la penuria de los años posteriores al conflicto profirió Martín Patino”.

Se publicó el libro de Alberto Nahum García Martínez El cine de no-ficción en Martín Patino, por Ediciones Internacionales Universitarias, Pamplona, que recoge en parte el contenido de la tesis doctoral “Realidad y representación en el cine de Basilio Martín Patino: montaje, falsificación, metaficción y ensayo”, Universidad de Navarra, 2005.

El 19 de febrero de 2009 el Centro de Estudios Salmantinos eligió a Basilio Martín Patino como miembro de honor. Tras su fallecimiento, la institución recordó su figura y obra en sesión celebrada el 18 de octubre de 2017.

En junio de 2009 el 37º Festival Internacional de Cine de Huesca entregó el Premio Ciudad de Huesca a Martín Patino, con la programación de un ciclo de seis de sus películas, con protagonismo especial de Espejos en la niebla, sobre la que se editó un estudio a cargo de varios autores.

2010

La Sociedad Estatal de Exposiciones Internacionales, con destino al pabellón español en la Exposición Universal de Shanghai (mayo-octubre), encargó a Basilio M. Patino una de las piezas audiovisuales que ilustraron el espacio “De la ciudad de nuestros padres a la de nuestros hijos”. Con su aportación para la segunda sala del pabellón, Ciudades, el realizador volvió a sorprender de nuevo con la aportación vanguardista que representó un espectacular retablo con pantallas volantes que trazaba “un carnaval de imágenes alborotadas que se van poniendo en orden. Eso es la memoria”, según el cineasta.

2011

Libre te quiero supuso la última aportación de Basilio Martín Patino en el ámbito audiovisual. Aunque el realizador centró su enfoque en “la alegría” que reflejaba el movimiento ciudadano asentado en la Puerta del Sol madrileña, las imágenes trasladaron el mensaje reivindicativo y fresco de quienes se movilizaron en aquella primavera-verano de 2011. Al amparo de la música de Amancio Prada sobre el poema de Agustín García Calvo, el director volvió a ejercer un muestrario de maestría en el manejo de la imagen, cuyo resultado arrojó un canto de libertad. Y, una vez más, quedó plasmada en la obra la libertad creativa de un cineasta indomable, a pesar de que ya en ese momento había comenzado a mermar sus condiciones mentales la demencia senil, a la que presentó un “frente de resistencia” –siempre su rebeldía–, como advertimos quienes le conocimos. Invitada al festival de Valladolid, Seminci-2012, se proyectó con gran éxito el día 21 de octubre de 2012. En Madrid se estrenó en el Centro de Arte Reina Sofía el día 5 de diciembre del mismo año.

2012

El Boletín Oficial del Estado del día 10 de agosto de 2012 publicó la orden de 18 de junio por la que se inscribió en el Registro de Fundaciones la Fundación Basilio Martín Patino, presidida por el realizador.

La Cineteca Matadero, de Madrid, en marzo-abril, dedicó al creador el ciclo “Maestro Martín Patino” sobre su obra.

En el mismo escenario, en la sesión inaugural del III Festival Online Márgenes (Madrid, Córdoba, Montevideo, México DF) –14 diciembre 2013–, se entregó al realizador el Premio Especial Márgenes al Cine Español Independiente.

En el festival internacional de cine de San Sebastián de 2014, sección Zabaltegi, se proyectó la película Basilio Martín Patino. La décima carta, obra de Virginia García del Pino, documental centrado en la obra y la figura del realizador salmantino. La película se enmarca en el proyecto “Cineastas_contados” en el que un director joven afronta el recorrido de otro veterano.

La tesis doctoral de Juan Sánchez Bórox, en 2015, Basilio Martín Patino. Memoria, disidencia y realidad (facultad de Bellas Artes de Cuenca, Universidad de Castilla La Mancha) estudia la obra del realizador, al tiempo que añade al texto un documental cuyas imágenes analizan su recorrido como cineasta.

El día 4 de mayo de 2015, en el diario El País, firmada por Diego Galán, se publicó la última entrevista que se realizó a Martín Patino, “Seguir inventando el mundo”. En la conversación trasladó que “es tiempo de recogida…, pero por otra parte me quedan ganas de hacer tantas cosas…”.

En octubre de 2016 el patronato del Centro de la Memoria Histórica en Salamanca acordó otorgar el nombre de Basilio Martín Patino a la sala multifuncional del espacio cultural en la sede de la plaza de Los Bandos, en reconocimiento a su aportación a la memoria colectiva en las etapas de la guerra civil y posguerra.

La obra y la figura de Basilio Martín Patino han sido analizadas por dos destacadas exposiciones. Entre el 31 de octubre de 2017 y el 14 de enero de 2018, la propuesta Basilio Martín Patino. Madrid, rompeolas de todas las Españas (comisaria, Olivia María Rubio), organizada por La Fábrica, en el Centro Cultural de la Villa, en Madrid. Fundamentalmente, se centró en la relación del cineasta y su obra con la ciudad de Madrid. Con el mismo título de la exposición se editó un libro, con varias colaboraciones. La segunda propuesta expositiva se celebró en Salamanca, entre el 12 de febrero y el 20 de septiembre de 2020, organizada por la Universidad de Salamanca: Basilio Martín Patino. Pasión por el juego (comisario, Ignacio Francia). Con dos mil piezas, la exposición trazó un recorrido vital y creativo del cineasta, a partir de sus orígenes salmantinos. Se publicó un catálogo, con el mismo título que la exposición, que contó con textos diversos sobre su obra, así como fotografías y una amplia de recopilación de textos escritos por Basilio Martín Patino.

A lo largo de su recorrido profesional, Basilio Martín Patino fue miembro de jurados en los festivales internacionales de Berlín, Venecia, Karlovy Vary y Valladolid. El realizador participó en buen número de conferencias, mesas redondas, intervenciones televisivas y cursos en diferentes universidades e instituciones culturales españolas y extranjeras. La obra del cineasta ha sido objeto de amplio número de estudios, además de varias tesis doctorales, alguna de ellas aún en curso.

En la mañana del día 13 de agosto de 2017 Basilio Martín Patino falleció en Madrid. Sus cenizas se depositaron en la tumba familiar en el cementerio de Salamanca.

Biografía por Ignacio Francia

En mayo de 2021 el legado documental de Basilio se incorporó a Filmoteca Española. Actualmente se encuentra disponible para el estudio y consulta de cualquier interesado.

El archivo donado se compone de 72 cajas con toda la documentación que Martín Patino generó a lo largo de su vida personal y profesional. Entre los materiales, de diversas tipologías y formatos, destacan los borradores de artículos o discursos, guiones inéditos, correspondencia, carteles, fotografías, recortes de prensa, diplomas, dibujos o documentación de gestión de sus proyectos.

Entre los documentos inventariados, Gema Collado Martín, responsable del Archivo documental de Filmoteca Española, ha destacado la presencia de escritos y guiones inéditos. Entre ellos, una serie de siete capítulos agrupados bajo el nombre genérico de Apócrifos, o la novela La agonía de los luceros, que se creía desaparecida, la cual derivaría en el guión de la película Nueve cartas a Berta.

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